Ideas generales sobre alimentación sana
Parte II, a
Lo que considero certezas
Resumo aquí -siempre dispuesto a
hacer correcciones ante nuevas evidencias-, lo que considero certezas, de
creciente aceptación, pero lamentablemente todavía no compartidas por una
mayoría:
1. Alimentarse
bien es clave para nutrirse bien, sentirse bien, rendir bien, tener
descendencia más sana, así como para prevenir el envejecimiento prematuro y
enfermedades, y afrontarlas mejor; es decir, para vivir mejor por más tiempo.
2. Alimentarse
bien es perfectamente compatible con comer cosas que nos gustan o nos pueden
llegar a gustar, y proporcionarnos placer.
3. La
nutrición adecuada depende de la ingesta de una variedad de alimentos que
incluya la infinidad de elementos que el cuerpo necesita y se encarga de
equilibrar cuantitativamente y combinar –si recibe los insumos adecuados n
cantidades razonables, que no tenemos necesidad ni de identificar en detalle ni
cuantificar.
4. Son
elementos indispensables no solo los macronutrientes -proteínas, hidratos de
carbono y grasas-, sino también innumerables micronutrientes, llamados por
algunos sustancias vitales -minerales básicos, vitaminas, oligoelementos,
enzimas y fibras, y muchos aún desconocidos para la ciencia o negligidos.
5. Los
minerales básicos y oligoelementos en la comida natural, a diferencia de los
suplementos artificiales, no vienen aislados sino como parte de sustancias
complejas, que en parte son asimiladas y usadas por el cuerpo integralmente.
6. En
el pasado, además de la pobreza y de la gula por opulencia (que ambas
persisten), la mala nutrición y las enfermedades carenciales derivaban también
del muy limitado desarrollo de la ciencia de la alimentación y salud, así como del
olvido o de la supresión de conocimientos ya adquiridos por la humanidad a
través de milenios de experiencia, por destrucción de las sociedades que los
sustentaban o por represión con motivación religiosa.
7. También
de la formación limitada y unilateral del personal de salud y nutrición en lo
que sí ya se sabía.
8. Actualmente,
aún más que a la pobreza, la nutrición insuficiente y la malnutrición se deben
crecientemente también a malos hábitos alimenticios, inducidos o acentuados por
los cambios en la vida productiva y social, por la propaganda de productores de
alimentos refinados o de consumo rápido, así como por programas de alimentación
mal concebidos, que, juntos, generan o estimulan incluso obesidad en los pobres
y enfermedades carenciales, por falta de sustancias vitales.
9. Un
factor clave para esto es el error de muchos científicos y nutricionistas de
considerar nutricionalmente equivalentes a alimentos naturales e industriales
con igual cantidad, inicialmente solo de proteínas, hidratos de carbono, grasas
(principales fuentes de calorías), ahora también de minerales básicos y
vitaminas, y algunos componentes más, obviando los muchísimos otros componentes
de los naturales, así como la calidad muy superior de estos y su interacción
positiva; y pensando que suplementos alimenticios artificiales compensan su
ausencia –lo que es solo parcialmente cierto, nunca de igual efecto nutricional
y siempre menos positivo y con frecuencia negativo.
10. Los
suplementos artificiales pueden tener la misma estructura química que su
equivalente natural, pero éste viene acompañado de sustratos o cofactores que
facilitan, refuerzan o complementan su acción, lo que las hace más y más
duraderamente efectivas o evitan efectos secundarios negativos.
11. El ser
humano ha utilizado aditivos, primero solo naturales, desde la prehistoria,
pero es recién en el último siglo que son principalmente artificiales y que se
intensifica y generaliza su uso.
12. Según
Wikipedia, un aditivo es toda sustancia que, sin constituir por sí misma un
alimento ni poseer valor nutritivo, se agrega intencionadamente a los alimentos
y bebidas en cantidades mínimas con objetivo de modificar sus caracteres
organolépticos, facilitar o mejorar su proceso de elaboración o conservación;
curiosamente incluyen la sal, un nutriente básico y más bien un suplemento.
13. Respecto
de la superioridad de lo natural el ejemplo más conocido y en que sí ya se va
generando consenso, es que ninguna leche artificial equivale ni remotamente en
calidad a la leche materna, que lo mejor para lactantes es el seno materno por
el mayor tiempo posible, al menos de un año; que hacen bien los países que
prohíben la propaganda y entrega de muestras gratis de leche industrial en
hospitales y clínicas a gestantes y parturientas, y muy mal las productoras y
distribuidoras de éstas en continuar con esa práctica malsana.
14. Lenta- y
progresivamente la leche materna debe ser complementada con comida licuada y
luego entera, lo más natural posible y bien aceptada por el lactante, y solo
parcialmente reemplazada por leche de fórmula en caso de insuficiencia o
imposibilidad parcial de amamantar.
15. No siendo
lo más adecuado, porque cada leche es específica para su especie, el mejor
sustituto de la leche materna es la de cabra o de oveja, frescas, seguidas a
distancia por la vacuna fresca, parcialmente descremadas; claro que en casos de
huérfanos de madre o en orfelinatos, o de madres que no producen leche o en cantidad
suficiente, ni tienen acceso a otra fresca, la leche de fórmula es una ayuda
positiva.
16. El gran
daño de la alimentación industrial refinada y ultra procesada deriva tanto de
la carencia de nutrientes esenciales como de la gran cantidad de nutrientes
dañinos por su mala calidad o por su cantidad excesiva, además del estímulo a
consumir demasiado.
17. Aunque eso
está cambiando, todavía muchos profesionales de la nutrición no consideran o
minimizan el daño causado por ingredientes que la industria y los servicios
alimentarios agregan en dosis muy altas, tanto por preferencias de los
consumidores –en gran parte inducidas- como para propiciar adicción, en
especial azúcar, sus sucedáneos químicos y la sal (que en las etiquetas llaman
sodio para confundir al consumidor), e ignoran o niegan el efecto negativo de
muchos aditivos artificiales, agregados para facilidad de producción,
conservación, apariencia y sabor.
18. También
minimizan el daño causado por residuos de agroquímicos autorizados, muchas
veces mayores que los máximos legalmente permitidos (a su vez frecuentemente
fijados a niveles demasiado altos), o de sustancias prohibidas, también de
hormonas y de antibióticos, así como por su acumulación y por la potenciación
de los efectos debida a la interacción de varias, individualmente dentro de lo
autorizado, pero en conjunto sumamente dañinas por acumulación e interacción.
19. Los
procesos de refinación de la agroindustria aumentan la duración de los
alimentos, también por el agregado de preservantes y antioxidantes
artificiales, desodorizan y cambian la apariencia, por ejemplo, a un color más
uniforme (con el blanco y lo transparente percibidos como óptimos), lo que
incluye eliminar lo que consideran impurezas, algunas efectivamente no
nutritivas, pero que en gran parte son justamente micronutrientes vitales, en
especial vitaminas, enzimas, algunos minerales y oligoelementos, además de
muchas otras sustancias; por ello sus calorías y grasas son denominadas vacías.
20. Con ello
afectan negativamente, para quienes aprecian lo natural, el sabor, el olor y la
textura originales, aunque adaptándolos a lo que la mayoría de consumidores ha
llegado a considerar como lo deseable.
21. La mayor
facilidad de almacenamiento, de preparación y de consumo de los alimentos
industriales -útil y hasta necesaria en muchas circunstancias-, junto con su
frecuentemente menor costo inmediato y su equivocado prestigio social, han
llevado al progresivo reemplazo de alimentos naturales, con el consiguiente
empobrecimiento de la dieta.
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