28.3.16

Nuestro dilema electoral

 Alfredo Stecher


La irresponsabilidad del Congreso y del JNE nos ha llevado a una situación deplorable para nosotros mismos y ante la vista del mundo interesado en nosotros y a favor de la democracia. Asumo, sin certeza, que la legislación que rige las elecciones había sido elaborada con buenas intenciones, pero, como en muchas otras ocasiones, nos ha acercado al infierno político. Eso había sido advertido con mucha antelación y precisión, y no corregido.
No puede ser que, avanzado el proceso, haya incertidumbre sobre quiénes seguirán siendo candidatos; tampoco, que sean eliminadas candidaturas por fallas formales, merecedoras de sanción, pero no de exclusión, en contra del derecho constitucional de los ciudadanos, propiciando un descrédito aún mayor de la política y afectando de manera peligrosa la legitimidad de los resultados electorales. Sería aún peor si termina de ser eliminada la llamada Fuerza Popular, una de las tantas denominaciones y caretas que ha usado el fujimorismo, porque tiene un respaldo firme de cerca de un tercio del electorado y terminaría de deslegitimar estas elecciones. Aunque terminaría de cuestionar la validez de las decisiones de las autoridades electorales, la exclusión de Fujimori sería terrible para la democracia, frente a las de Acuña y Guzmán, graves, pero toleradas por haber tenido un apoyo errático.
Estoy absolutamente en contra de la reinstalación del fujimorismo en el Poder, del que tanto abusó, pesando mucho más sus actos delictivos que algunos aciertos, y estoy en contra de un empresario plagiador en serie que se enriqueció vendiendo una educación de baja calidad a decenas de miles de estudiantes universitarios; estoy también en contra de un advenedizo de la política, de opiniones oscilantes, aupado a un partido intelectualmente serio pero extremadamente débil en lo organizativo. Aparte de sanciones por faltas efectivas, lo que correspondería es una pedagogía política para guiar al electorado hacia alternativas honestas y serias, en las formas y en los contenidos programáticos expresados en sus planes de gobierno, que al menos algunos tienen más o menos coherentes y la intención de cumplir.
A estas alturas no tiene sentido escribir sobre nuestros ex presidentes, felizmente relegados, ni sobre los candidatos del montón marginal, que los hay con algunos méritos y muchos deméritos, sí sobre las principales alternativas al fujimorismo: el otra vez puntero, PPK, de Peruanos para el Kambio, y los empatados en el tercer lugar, Verónika Mendoza, del Frente Amplio, y Alfredo Barnechea, de la Alianza Popular. Los tres comparten la característica de ser honestos (no digo que impolutos), según todo lo que comprobadamente sabemos de ellos (también sabemos que es fácil calumniar), de ser inteligentes y de tener una vocación de servicio público. Los tres tienen personas valiosas en su lista al Congreso. Y los tres no serían mi primera opción si pudiera imaginarme un candidato alternativo entre nuestros ciudadanos más meritorios. Pero el efecto de su elección sería muy diferente.
En el caso de PPK, hay la certeza de que hará una gestión que continuará con lo positivo que tuvo la suya como ministro de Economía y Finanzas y luego presidente del Consejo de Ministros, que junto con otros ministros capaces logró salvarnos de la deriva propia de las características del presidente Toledo. Esto se aúna a experiencia de gestión empresarial, que permite evitar normativas perjudiciales para avanzar hacia un desarrollo sostenible, desde el punto de vista económico, además de mantener la confianza del empresariado serio, así como de facilitarle los conocimientos útiles para controlar al menos serio, y para desenmascarar y castigar al deshonesto y al mafioso. Su programa es el más coherente y sus equipos son de primera categoría, particularmente en economía, pilar de un crecimiento continuo, sin sobresaltos, y en seguridad para ciudadanos y empresas, en especial las de menor tamaño, tema prioritario tanto objetiva como subjetivamente. Supongo que nadie medianamente objetivo creerá que lo positivo en la gestión de Toledo se debe más a nuestro inefable cholo de Harvard que a PPK y algunos otros ministros de calidad.
Mendoza genera simpatías, también mías, por su espíritu rebelde y juventud, pero lo poco que sabemos de sus puntos de vista así como su total falta de experiencia de gestión, no avalan su pretensión de llegar, al menos por ahora, al más alto cargo de la República, con el agravante de un entorno en parte irresponsable en su campaña antiminera y otras posiciones extremas. Y, aunque me identificara con su movimiento y su bastante reducido frente, le recordaría que entre las peores cosas que le pueden pasar a un liderazgo político, es llegar tarde a la historia o triunfar sin que las condiciones estén maduras, así como sin haber desarrollado la suficiente capacidad personal y de equipos humanos, y sin la fuerza social necesaria para respaldar su gestión.
Barnechea tiene el mérito de la seriedad y de la acumulación de experiencias varias, como militante aprista, candidato –y cara bonita- del APRA a la alcaldía de Lima (que estuvo cerca de ganar a Barrantes) y diputado aprista, pero la evidencia de su capacidad de gestión, si se puede considerar tal, se reduce a haber sido asesor principal y director en un organismo internacional, entidades con méritos pero no precisamente de gestión. Aunque no tengo nada contra los intelectuales con experiencia política, y me precio de ser uno entre muchos, creo que esa característica dominante en él no es suficiente para calificarlo como conductor de nuestro país en tiempos aún más difíciles que antes. El partido al que se afilió en los últimos años, Acción Popular, tiene el mérito, aunque modesto, de seguir existiendo, en general de manera decente, algo de por sí notable, pero con poca fuerza social (lo de sus cien mil militantes no lo creen ni ellos mismos), y con el negativo cartel de haber tenido dos gobiernos mediocres, cuya repetición penosa es lo que su triunfo nos auguraría.
Esto significa obviamente que apoyo a PPK, candidato y partido, que recomiendo como el mejor posible o como mal menor, según la perspectiva de cada quien. En un barco con serios defectos y ante tormentas que con seguridad nos esperan, confío más en el capitán con mayor experiencia. Con aún mayor razón tratándose del futuro de todo nuestro país.
Y, en definitiva, en la segunda vuelta frente al fujimorismo, apoyaría a cualquiera de los tres alternativos, perdonando, al menos por el período de su mandato, los errores y faltas cometidos previamente, sin dejar de ejercer la crítica necesaria respecto de su desempeño como presidente; eso sí, cruzando los dedos para que Mendoza no triunfe a destiempo y haciendo votos por que los congresistas de las tres listas generen una mejor legislación o una oposición de calidad, si sucediera lo peor.
Al margen de recomendar el voto a la presidencia por PPK, en cuanto a los candidatos al Congreso, considero preferible votar, entre los que tienen chances de ganar de las listas con mayor apoyo, por los más inteligentes, experimentados y de criterio amplio, aunque no se concuerde totalmente con sus opiniones, y seguir dando la batalla por posiciones y propuestas específicas no consideradas en los planes de gobierno o incluso contradichas. Si algunas bancadas incluyen personas de calidad y peso capaces de contrarrestar a las unilaterales, mediocres o corruptas, podrán, con argumentación y algo de fuerza social, convencer a la presidencia y ganar votaciones en el Congreso. En mi caso se trata de mejoras en varios aspectos de sus planes de gobierno y, en particular, de la agricultura ecológica, el no a los transgénicos y la realista y efectiva defensa de nuestro ambiente y biodiversidad, además de la equidad de género que no es solo un tema de feministas sino responsabilidad de todos, hombres y mujeres, en el marco siempre de la defensa de los intereses de la población y del país en su conjunto.


16.3.16

El panorama electoral a menos de un mes

Alfredo Stecher

El mundo lamentablemente se está acostumbrando a situaciones impresentables, con las elecciones en Estados Unidos llevándose las palmas, expresión de una sociedad en parte muy enferma. Ninguno de sus dos grandes partidos es una maravilla, pero el Republicano está batiendo récord en mala conducta, cosecha de sus largos años de políticas destructivas, con sus candidatos más aventajados en primarias o asambleas electorales (caucus) por estados: Donald Trump, el provocador e irresponsable multibillonario showman y peligroso demagogo, y Ted Cruz, el evangélico extremista contrario a todo avance en políticas sociales, líder del boicot en el Congreso de casi todas las iniciativas del presidente Obama (el más decente y visionario en mucho tiempo). Ambos llevarían a Estados Unidos a perder en lo económico y, lo que es más importante para nosotros, en su tembloroso pero valioso liderazgo mundial favorable a democracias, paz y lucha contra el cambio climático. Como a muchos analistas, me parecía imposible que Trump ganara la nominación y aún más imposible, que ganara la elección –ahora ya no estoy tan seguro. Y eso a pesar de haber en el lado demócrata dos pesos pesados, con Hillary Clinton claramente la más preparada y confiable, pero que suscita muchas resistencias por representar al establishment, a la élite política que gran parte del electorado considera causante de grandes males. Curiosamente Trump, parte del establishment en su vertiente económica, aparece como adalid contra este. Bernie Sanders, hace décadas gobernador del pequeño estado de Vermont, fronterizo con Canadá en el Noreste, auto declarado socialista, merece mucho respeto por su señalamiento de graves problemas y planteamiento de algunas soluciones, pero su posición de rechazo a los tratados de libre comercio, en la que coincide nuestra izquierda, dañaría mucho su economía y la nuestra, además del lastre de su falta de experiencia de gestión gubernamental.
Para no quedarnos atrás, nuestro Congreso se ha preocupado por diseñar una normativa electoral quizá bien intencionada, pero enmarañada e incumplible, y el Jurado Nacional de Elecciones, por aplicarla discrecionalmente, al parecer para favorecer la alicaída candidatura de García – en extraño maridaje con Flores-, de modo que el APRA (y, de paso, el PPC) logre al menos superar la valla del 5% de los votos para la mantención de la inscripción. Y tenemos una carta de reserva, una aunque no muy probable, de todos modos posible e igualmente impresentable victoria del fujimorismo, más por lo que representa en cuanto a un pasado ominoso que por la candidata, seguramente bastante menos dañina que su padre (y todavía mentor). Es un muy preocupante indicador del atraso de nuestra sociedad que ella predomine ampliamente en los sectores económicos D y E, pero también, por un lado, de un realismo oportunista que, pensando en muchos casos que todos los políticos son igual de malos y rateros, valoran lo que han logrado y pueden lograr de positivo por políticas populistas y clientelistas; por otro lado, capaces de obviar el fuerte machismo en sus filas, un síntoma positivo. Es esperanzadora la elevada intención de voto en contra.
Está claro que es inaceptable que fallas administrativas, por lo demás comunes a casi todos los partidos (pero afeitadas por los más avispados), puedan privar al electorado del derecho constitucional de expresar su opción política – lo que correspondería serían sanciones de otro tipo. Si el JNE fuera coherentemente tan legalista e irresponsable, nos quedaríamos sin candidatos y sin elecciones, algo que suele suceder bajo dictaduras que buscan pretextos para perpetuarse o en el marco de una guerra civil, pero inconcebible en un país con varias décadas de democracia, solo muy empañada, pero tampoco eliminada del todo, por el fujimorato.
Lamento el silencio de otros candidatos y aplaudo la protesta de Verónika Mendoza. Pero, ya que no queda más que aceptar diversas fallas de las personas que uno prefiere, mantengo mi posición de apoyar a PPK, que, aunque de poca habilidad para conducir su campaña, ofrece la mayor probabilidad de un gobierno sin sobresaltos, realista, que mantenga la estabilidad económica y política y ataque con firmeza algunos problemas claves, en especial la seguridad ciudadana y de las actividades económicas, así como una inversión pública productiva, y mejore la educación, la salud pública y el funcionamiento del aparato estatal. Sabrá manejar bien la espinosa relación con las necesarias pero poco responsables grandes empresas. Lamento su poco compromiso con el ambiente, pero confío en que se dejará asesorar en este como otros puntos por personas y equipos calificados. A falta de un político comprobadamente destacado e íntegro, la mejor opción es un tecnócrata con esas características, uno de los casos donde el mal menor es lo mejor posible.
Aspiro y debemos todos aspirar a mucho más, pero en este momento me conformo con que no retrocedamos como país por políticas y gestión erradas, porque ningún otro candidato logrará, aunque lo quiera, algo significativamente mejor, sí algo peor, y la mayoría algo mucho peor.

Pero ahora, lo que más necesitamos, es librarnos de sobresaltos que impidan seguir desarrollando y tratar de aglutinar en una alternativa poderosa y de largo aliento, bajo la forma de un partido o frente estable de partidos, que podríamos calificar de centroizquierda, a las muchas fuerzas positivas que han ido emergiendo en casi todos los campos de nuestra realidad, en todas las regiones, desde la sociedad civil y en el propio Estado.

8.3.16

Homenaje a la mujer y sus luchas

Alfredo Stecher 

Felicito al destacado periodista Luis Davelouis, a quien no conozco personalmente, por expresar en Perú21 su solidaridad con las mujeres, a favor de un trato igualitario, enfatizando (y precisando que, en promedio), los mucho mayores riesgos a los que se ven expuestas y la desigualdad de remuneraciones por igual trabajo, lo que lo motiva a afirmar que habría que estar loco para escoger ser mujer, además de entender que muchas mujeres preferirían no serlo. Hace bien en recordar las otras discriminaciones perniciosas, por color de piel, credo, idioma, nacionalidad, estado civil o si le gustan los hombres u otras mujeres (agrego, entre otras).
Me permito hacer algunas anotaciones amistosas, porque lo siento representativo de muchos hombres en camino a la igualdad de género, para contribuir a que la fecha también sea de mayor reflexión sobre el tema:
Las mujeres suelen ganar menos no solo aunque hagan lo mismo, sino incluso haciéndolo con frecuencia mejor. Llegar al mismo cargo o nivel que los hombres, normalmente les ha costado mayor dedicación, muchas veces con un punto de partida de mayor inteligencia, y por lo tanto las ha calificado más, aparte de que, para algunas, en realidad para muchas funciones, suelen tener además algunas características pertinentes, como una mayor sensibilidad, empatía y minuciosidad, más que nosotros.
Efectivamente, por lo que señala, a muchas les da ganas de no haber nacido o no ser mujer. Pero olvida el otro lado, que toda realidad tiene, que es lo que ellas pueden y nosotros no, ser madres, una experiencia envidiable.
Por supuesto que no todas las mujeres son iguales, tampoco todos los hombres, y hay aspectos en que mujeres y hombres no podemos ser iguales. Se trata de igualdad de crianza básica, formación, trato y oportunidades, dentro de un marco legal y reglamentario favorable, en lo que sí podemos ser iguales. Aunque es fundamental y un gran avance en la medida en que esto se logra, no basta con medir con la misma vara. Tenemos que luchar, conjuntamente, hombres y mujeres, feministas o no, para que las mujeres lleguen a ser medidas a partir de condiciones iniciales y de procesos de desarrollo personal comparables a las de los hombres. Es decir, no solo igualdad de medición sino también de oportunidades para lograr lo mismo (o más), y acción para favorecer su empoderamiento que les facilite resistir el machismo.
Davelouis cita a Carolina Trivelli, a la que valoro mucho, como persona y como profesional, una de las que nos han igualado o superado a muchos en campos similares, pero discrepo de su afirmación de que no hay nada que celebrar (sin embargo comparto la intención implícita). Sí tenemos mucho que celebrar, y debemos hacerlo, porque, a pesar de lo muchísimo que falta, por lo que tenemos que seguir luchando, tanto mujeres como hombres, hemos avanzado enormemente (aunque demasiado poco), gracias a las luchas feministas y los esfuerzos de todas las mujeres, de modo que la celebración es también un homenaje a estas luchadoras sociales, intelectuales y políticas. Concuerdo con Carolina en aspirar a que no necesitemos un día especial.
Aportemos todos los días, con nuestro ejemplo y esfuerzos específicos, a que esto llegue a ser realidad, ojalá de manera más significativa, ya dentro de solo un par de generaciones en nuestro medio, comenzando por la educación doméstica e institucional y la actitud de cada quien con su entorno.

¡Frenemos y superemos nuestro machismo,
juntos, mujeres y hombres!

Escribo esto gracias a una comunicación interna de la ONG Centro Ideas, institución de promoción del desarrollo a la que pertenezco, fundada en1978 por tres mujeres y tres hombres, que desde sus inicios ha procurado la igualdad de derechos de las mujeres en su seno y en sus proyectos. Nuestro presidente, Manuel Aguirre, nos recuerda las resistencias y los esfuerzos de muchos hombres, también entre nosotros (y, agrego, también de mujeres) por aceptar el enfoque de género e interiorizarlo en nuestras vidas personales y laborales, así como en nuestras actividades de incidencia política. Y nuestro gerente general, Fernando Alvarado, contribuye con el mencionado artículo de Davelouis. Aclaro que en anteriores directivas ambos cargos fueron ejercidos alternada o simultáneamente por mujeres (ahora con responsabilidades fuera de la institución), que nuestros programas de promoción siguen a cargo de mujeres que prefieren permanecer en sus regiones, y hemos tenido períodos con mayoría femenina en los cargos directivos.


2.3.16

OPCIONES

Alfredo Stecher

Lo positivo en nuestro proceso electoral es que, a diferencia de lo que está pasando en partes de Europa y en Estados Unidos, y a semejanza de otros países latinoamericanos, las mayorías están optando por lo que son o parecen ser posiciones moderadas, centristas. También hay, excepto en el caso de Keiko y PPK, el anhelo por lo nuevo, que no es ninguna garantía de calidad, coincidiendo en eso con la tendencia mundial al hartazgo con el establishment político.

Y es evidente que las campañas contra la corrupción y contra otras facetas delictivas están haciendo mella entre votantes y candidatos, lo que explica el esfuerzo de varios por dotarse de una candidatura a la vicepresidencia no o menos afectadas por denuncias.

Con todo el respeto y simpatía que tengo por Verónika y muchas de las personas que la acompañan, considero que tendrían un efecto parecido a lo que muchos temíamos del Humala original, algo como el primer García, que también se sentía revolucionario.

Lo malo es que esas posiciones centristas son de mala o dudosa calidad y que una de ellas carga además con el lastre fujimorista.

Acuña es impresentable e imprevisible; Guzmán es una incógnita, supongo que también para él mismo; Barnechea de nuevo no tiene nada y, siendo serio, siempre ha sido ni chicha ni limonada y no creo que pueda ganar, con el lastre acciopopulista encima (del que exceptúo a Paniagua y a Acurio). PPK es de medianía y dista de ser el líder que yo preferiría, pero, a pesar de un tufillo populista, al menos no nos traería sobresaltos y podrían madurar, en su movimiento y fuera de él, en el mundo privado de toda escala y en el estatal a todo nivel, fuerzas alternativas mejores y mejor preparadas, quizá entre ellas, y quizá bajo su liderazgo, parte de las de Verónika.

Mucha gente teme que PPK sea plutocrático, por sus antecedentes empresariales y sus millones, pero justamente eso le da independencia respecto de la burocracia del Estado y de la gran empresa, así como un know how de cómo tratar a esta de manera respetuosa y a la vez firme. Y vale lo que he dicho de él en mi comunicación de apoyo (a pesar de no conocerlo personalmente).

En el caso de Guzmán, aparte de su nula experiencia política, del desprecio por las formas (algo, en política, no solo en elecciones, muy importante) y de la variabilidad de sus opiniones en aspectos importantes, a juzgar por algunas noticias no parece ser inmune al nepotismo y su hermana parece ser una joya de desprecio por las formas democráticas al interior de su sacha partido adoptado (según sus bases en Moquegua), y me gustaría conocer sus fuentes de financiamiento.

Otro aspecto bueno, común a otras democracias y a muchísimas entidades de todo tipo, es que hay gente positiva en todas las listas (como lo evidencia la lista de candidatos positivos de Caretas. El gran reto es que logremos tener un partido que aglutine a muchos de ellos y que en él predominen, lo que exige el tipo de liderazgo amplio que nuestro país (y el mundo) necesita. Si no lo impide el infeliz voto preferencial, un típico caso de algo bien intencionado que conduce a su contrario, es de esperar un Congreso más positivo, más bien, menos negativo, lo que no es mucho pedir pero sí difícil de conseguir.

De todos modos veo el vaso medio lleno en vez de medio vacío. Claro que es un vaso chico.