Vistazos al Perú
Lima, elecciones municipales 2014
Debo confesar que he votado por la lista de Susana Villarán –eso sí, a regañadientes.
Tomando muchos taxis durante dos semanas he constatado una
infrecuente casi unanimidad de sus conductores: Susana honesta, con buenas
intenciones, pero inepta. Algunos agregaban, con planes positivos. Todo indica
que esa percepción popular es correcta.
Yo había activado por medio de Internet contra la
revocatoria, por considerarla perversa, y con la esperanza de que Susana aprendiera
de la experiencia. Recuerdo y mantengo el respeto expresado entonces por su
integridad, su autenticidad, su ética de trabajo y su dedicación al gobierno
municipal así como su contagioso optimismo. Pero eso no basta.
Hay quienes explican su debacle electoral por la implacable
campaña de la derecha. Aparte de que no existe “la derecha”, sino un abanico de
posiciones fuera de “la izquierda” –así como en su seno-, siendo real la
campaña adversa, el abultado marcador en contra se debe principalmente a autogoles.
No reconocerlo es un serio lastre para su futuro político y el de quienes la
rodean.
Efectivamente, para bien, ella y su entorno lograron después
de la fallida revocatoria elevar la mira hacia proyectos ambiciosos importantes
para nuestra metrópoli, pero ella no corrigió vicios fundamentales de su
actuar, la soberbia y, en particular, el amiguismo, fatales tanto en empresas
como en política, que, en lo técnico-político, la hicieron escoger su entorno
cercano ejecutivo por su grado de amistad con ella y no por su capacidad. Esa
actitud incluyó desdeñar, como me consta, el apoyo gratuito, desinteresado – es
decir interesado en el mejor desarrollo de nuestro hábitat y en una política
decente-, de muy destacados profesionales, o desoír sus consejos.
Y, en el plano específicamente político, aprendió la
necesidad de ampliar alianzas hacia el Centro político (los centros), pero el
amiguismo la llevó a incluir a la muy cuestionada Pilar Freitas en su lista,
con el agravante de aliarse así con el toledismo en momentos en que éste está
en descomposición ante las evidencias de fraude e incoherencias de su máximo
dirigente.
Sus numerosos autogoles respecto de iniciativas en principio
positivas incluyen la implementación del corredor azul sin los alimentadores y
con restricciones a otras empresas, lo que causó caos y provocó muy serios inconvenientes
y disgustos a muchas personas, en especial a las del Rímac; la desastrosa
primera intervención en La Parada, sin su propia presencia en Lima, y la
implementación del nuevo Mercado Mayorista con una selección inadecuada de
mayoristas y sin abordar temas como el de servicios tan indispensables como la
refrigeración; el cierre simultáneo de todas las subidas desde la Costanera entre
el límite de Magdalena y San Isidro y Barranco. Me resulta también
incomprensible su entusiasta apoyo a la construcción inmediata de la, en el
largo plazo, positiva línea 2 del Metro, cuando lo más urgente para nuestra
gran ciudad es la implementación pronta de todas las líneas del Metropolitano,
a un cuarto de lo presupuestado para esa línea 2 (que seguramente será solo una
parte de su costo final).
Lamentablemente los grandes traspiés han opacado además muchas
iniciativas positivas menores, en especial en el campo cultural y en la
relación con el comercio informal, pero también en infraestructura urbana.
Ha sido contraproducente su obsesión con atacar a Castañeda
en vez de dedicar ese precioso tiempo a explicar sus planes y lo ya avanzado en
ellos –a diferencia de lo que demuestra el fulgurante ascenso de Enrique
Cornejo después del segundo debate.
Comento que en una reunión de compañeros de colegio el único
defensor de Susana fue el políticamente más derechista, valorando su coraje
para afrontar problemas difíciles (lo que comparto), debiendo romper huevos
para hacer la tortilla (lo que es cierto). Eso es necesario, pero hay que
cuidar que no caigan en ella todas las cáscaras en pedacitos y la hagan
incomible e indigesta.
No es casual que la gestión de Susana haya tenido más apoyo
en los sectores A y B, además de una parte de E –en esta caso por la meritoria
construcción de muchas escaleras (que ni siquiera son mencionadas en su
reiterada propaganda a toda página en La República, en la que figuran otras once
iniciativas).
¿Por qué entonces voté por la lista de Susana?
Como, supongo, muchas personas del resto de ese escuálido ni
siquiera 10% y tercer lugar -un desastre para alguien que busca la
reelección-, no detecté una alternativa menos mala y creo que el país necesita
una fuerza política significativa que se considera de izquierda; además
recuerdo mi propio origen político y siento afinidad con muchas de las personas
de ese campo (aunque también con muchas de otros campos políticos). Y me siento
ahora más libre de expresar mis críticas –post elecciones, para no debilitar
aún más su campaña.
Tengo la esperanza, ojalá fundada, de que algunos de los
concejales elegidos contribuyan a generar un contrapeso que limite la
discrecionalidad del nuevo alcalde y de su mayoría y dificulte actos de
corrupción. Y que quizá surjan desde la izquierda personas con mayor
perspectiva política y capacidad de gestión.