30.12.16


¿Feliz Año 2017? Sí, lo más posible

Alfredo Stecher


Siempre tiene sentido desear un feliz año, para los demás y para uno mismo, aunque las probabilidades de que resulte así no parezcan muy altas para mucha gente. Lo peor es dejar que el pesimismo nos domine, lo que es la mejor receta para obtener que el año sea menos feliz. El optimismo, ver el vaso medio lleno, puede contribuir a que resulte más feliz que lo esperado o temido.

¿Qué es lo mejor posible?
Que en lo personal estemos libres de catástrofes y grandes angustias económicas y de salud, así como en las relaciones personales, y que podamos hacer con éxito y satisfacción lo que nos toca y lo que queremos hacer, en un marco de relaciones humanas gratificantes, y logremos sobreponernos bien a los problemas y reveses que nos puedan suceder, lo que deseo a mis lectores.
Sin orden de priorización, señalo tendencias positivas reales que hay que reforzar o evitar que se debiliten:
          Que continúen exitosamente los innumerables esfuerzos para lograr un mundo mejor, para lo cual la humanidad nunca ha tenido tantos conocimientos y herramientas, y que se generalice la conciencia de que, con todos sus en parte terribles defectos, ya es un mundo mejor que en cualquier momento previo del desarrollo de la humanidad, con menos pobreza, menos desnutrición crónica, mayor esperanza de vida, menor porcentaje de muertes por enfermedades, menos víctimas de guerras y delincuencia, con impresionantes avances y ritmo de avance de las ciencias y tecnologías, y con un enorme florecimiento cultural que integra lo mejor de la cultura pasada, por lo que vale la pena cuidar lo alcanzado y tomarlo como base para seguir avanzando.
          Que se continúe removiendo obstáculos al desarrollo de la humanidad e impidiendo que aumenten.
          Que nuestras sociedades se vuelvan más inclusivas, más solidarias y con oportunidades para todos, cada vez más sustentables o sostenibles, y que nuestros Estados lo fomenten.
          Que se profundice y generalice la crítica de lo negativo de grandes empresas y empresas en general, así como de los científicos, políticos y funcionarios, pero con conciencia de que la mayoría son también parte de la solución y que hay cambios positivos en su seno y en sus conciencias.
          Que nuestros Estados mejoren su orientación y desempeño, contrarrestando las incompetencias, la desidia, la falta de vocación de servicio público, el burocratismo y la corrupción en su seno, y que, como sociedades, cuestionemos los fundamentalismos tanto del libre mercado como de la preeminencia absoluta del Estado.
          Que cada estamento económico y social, en particular también el empresarial, conviertan en realidad sus proclamas sobre responsabilidades, como algunos ya están haciendo crecientemente por convicción o presión externa.
          Que el criterio para la preeminencia de intervenciones estatales, privadas o mixtas sea su eficiencia y transparencia, antes que ideológico miope.
          Que siga disminuyendo la desigualdad entre países pobres y ricos, y que, en los más desarrollados, se invierta la tendencia a un aumento de la desigualdad en su interior; que sigan disminuyendo la extrema pobreza y el hambre en el mundo, y que sigan aumentando la expectativa de vida y disminuyendo la prevalencia y la gravedad de las enfermedades curables o prevenibles, así como reduciendo el porcentaje de muertes por conflictos bélicos, homicidios y accidentes.
          Que se desarrollen y apliquen brújulas éticas positivas de diversas fuentes de inspiración, laicas o religiosas, y que se fomente un pragmatismo realista guiado por principios.
          Que en nuestro país y en el mundo aumenten su peso las diversas corrientes culturales y políticas que asumen una posición más constructiva y de visión de más largo plazo, con un compromiso firme por la paz y por el bien de la humanidad, cualquiera que sea su orientación ideológica o religiosa.
          Que aumenten las iniciativas por hacer nuestra común tierra más vivible, disminuyendo las fuentes y gravedad de contaminación, especialmente en los océanos, a la vez que ampliando y cuidando espacios para la conservación de las especies y disminuyendo los factores destructores y perturbadores.
          Que se fomente un desarrollo y aplicación responsables de medicamentos y agroquímicos, así como una revaloración realista de lo natural, sin deificarlo, tanto en prevención y curación de enfermedades como de cultivos y crianzas, y se priorice la mejora de la alimentación, con una creciente participación de entidades sin fines de lucro, estatales y supranacionales, y mayor responsabilidad de muchas grandes empresas, que ya se va dando; es fundamental respetar los tortuosos avances de las ciencias, sabiendo resistir sus lados oscuros y limitaciones, evitando lo más posible su subordinación a lo crematístico, a la vez que superar las supersticiones.
          Que vayamos logrando un equilibrio entre ciudad y campo, industrialización y agricultura, y todo lo conexo.
          Que se siga buscando y encontrado la relación más constructiva y justa entre la centralización y la descentralización, ambas indispensables.
          Que la sociedad y el Estado reconozcan y premien los méritos, el empeño y el desempeño por encima de la procedencia y los atributos formales de las personas.
          Que las políticas estatales y privadas valoren los aportes de todas las generaciones, desde la juventud hasta la tercera y cuarta edad.
          Que se diseñe e implemente políticas favorables a los intereses legítimos de asalariados, campesinos y otros trabajadores por cuenta propia, y se contribuya a una mayor tasa de éxito de emprendedores de iniciativas legítimas.
          Que se procure tener sistemas previsionales para salud, jubilación y desocupación, públicos y privados, que compensen adecuadamente a sus cotizantes y eviten situaciones de abandono.
          Que podamos beneficiarnos todos de las nuevas tecnologías y de su vertiginoso despliegue, y proteger a los grandes sectores que se están viendo perjudicados o desplazados por ellas.
          Que se vayan fortaleciendo e incrementando su impacto movimientos como los de disminución de residuos y de reciclaje, de comercio justo y de comida lenta, junto con el de ciudades sustentables, y que hagamos un uso responsable de los plásticos, con preferencia de los realmente biodegradables.
          Que aumenten la valoración de las ciencias y políticas ambientales, así como la conciencia mundial sobre la contaminación y sobre el cambio climático, más las medidas que dependen de la humanidad para frenarlo y para prevenir o aprovechar sus efectos, de modo que se mantenga los compromisos de lucha contra el cambio climático y la supervisión de su cumplimiento.
          Que en todas partes y en todos los estratos y ocupaciones sociales vaya disminuyendo el peso del sesgo economicista, especialmente fuerte tanto en el neoliberalismo como en muchas corrientes socialistas, que pone por delante los resultados económicos de toda iniciativa privada o estatal, en desmedro de las demás dimensiones de la realidad, y que se corrija el cortoplacismo con miradas de mediano y largo plazo.
          Que se consolide la globalización con una creciente libertad de movimiento de bienes, servicios, ideas y personas, y aumenten tanto la conciencia de la necesidad de compensar sus efectos negativos para amplias capas sociales, como las capacidades y las iniciativas para lograr éxitos, en particular también en la subordinación del capital financiero, en una mayor reducción de las desigualdades, comenzando por las más injustas e indignantes, y en la convergencia cultural, con respeto de las minorías de todo tipo.
          Que se refuerce y sea más eficiente la institucionalidad supranacional.
          Que se siga fortaleciendo la lucha contra los abusos de los monopolios y oligopolios, así como de los carteles de delincuentes, y que la necesaria lucha contra el abuso de drogas y la delincuencia sea encaminada adecuadamente de modo de no favorecer incrementos de la violencia y evitar injusticias.
          Que, a pesar del muy elevado nivel de endeudamiento estatal y privado a escala mundial, así como de la aún insuficiente y débil regulación del sector financiero y de la banca, logremos evitar una nueva depresión o minimizar su impacto.
          Que se avance en la superación de la antigua división entre izquierdas y derechas y se vaya consensuando la necesidad de regulaciones estatales e internacionales eficientes para el funcionamiento mejor posible de los mercados, con intervenciones de cada Estado en aquello en que es más eficiente que el sector privado o donde este requiere de un contrapeso o complemento.
          Que la positiva valoración y protección de lo propio no sean un obstáculo para una mayor y fructífera integración, entre personas, entidades, regiones y países.
          Que se reduzcan y dejen de construirse muros separadores y desintegradores como el antiguo de Berlín y las dos Alemanias, así como el presente entre EEUU y México.
          Que los conflictos entre países sean resueltos por vías pacíficas, con mediaciones y arbitrajes internacionales, y que aumenten los frenos a la proliferación de armas.
          Que disminuyan la retórica agresiva y las pequeñas provocaciones de las mayores potencias -EEUU, China y Rusia-, que eviten choques los países poderosos parcialmente alineados con ellas -como Irán, Turquía, Israel, India y Pakistán-, y que no se sumen las grandes potencias intermedias -Gran Bretaña, Francia, Alemania y Japón, dos de ellas, además de Israel, también con armamento nuclear; que la beligerancia de Trump, Putin y Xiping se vea moderada por sus dificultades económicas, aunque siga apareciendo en la retórica para uso interno.
          Que Europa mantenga su misión y logre superar los desgarramientos internos y la burocratización.
          Que sea debilitado aún más el ISIS, hacia su derrota total, y que su Yihad, como la de Al Qaeda y de otras tendencias, después de una intensificación que ya estamos viviendo, comience a extinguirse, aunque sea lentamente, en parte por una mayor resistencia desde el propio islam, al que le falta aún en gran parte recorrer el camino en que felizmente han avanzado las principales corrientes del cristianismo durante el último medio milenio, aunque no diversas sectas, en lo que la laicidad del Estado juega un rol central.
          Que pierda fuerza el judaísmo ultraortodoxo y se encuentre modos de superación del conflicto con el mundo árabe, a la vez que en éste avancen las fuerzas democráticas.
          Que aumenten la valoración y la práctica de la responsabilidad, del respeto, de la tolerancia, de la confianza, de la transparencia, de la veracidad, de la rendición de cuentas, y sean frenados el odio, la discriminación y la demonización de los diferentes, a la vez que protegidos y apoyados estos.
          Que la realidad, la evidencia empírica obtenida con métodos científicos, aunque contraríe nuestras convicciones y prejuicios, sea el criterio básico para la toma de decisiones.
          Que se aceleren los avances notables, pero ni remotamente suficientes, en la superación de la discriminación de género y de otros diferentes, con reconocimiento al derecho al aborto y a las uniones civiles no tradicionales, así como en el freno a la violencia intrafamiliar.
          Que lleguen a un clímax y luego disminuyan los movimientos xenófobos, racistas y discriminatorios de todo tipo, y que la valoración de lo nacional sea acompañada de un creciente cosmopolitismo, de sentirnos a la vez ciudadanos del mundo.
          Que vayan disminuyendo las tendencias intelectuales y políticas que afectan la gobernabilidad democrática, en todas las instituciones y en el conjunto de cada país, gracias a personas de mirada más amplia, con voluntad de servicio público y de convicciones democráticas igualitarias más profundas, y que eso permita una reforma de los partidos políticos, instrumentos básicos para el funcionamiento de las democracias.
          Que se reformen y fortalezcan los sistemas judiciales y de seguridad interna, con criterios de prevención y equidad, que incluyan los delitos y crímenes de cuello y corbata, con énfasis en la corrupción y en los delitos económicos de gran escala; y que se tienda a un sistema carcelario con reales posibilidades de rehabilitación.
          Que se contrarreste los oportunismos de toda laya y que sean frenadas las tendencias populistas de todo tipo que, so pretexto de representar la voluntad popular, solo buscan ganar, fortalecer o perennizar su propio Poder; que comiencen a perder o sigan perdiendo fuerza los que se autodefinen de derecha y de izquierda y socavan los fundamentos de las democracias que predominan en la mayor parte del mundo o en los países que al menos mantienen un marco democrático formal, y que se debiliten y vayan desapareciendo dictaduras de todo tipo, enfrentadas por movimientos pacíficos, a la vez que subordinándose realmente los militares al Poder civil.
          Que se entienda que, a escalas mayores que las locales de pequeña escala, donde puede funcionar una democracia directa, y salvo casos excepcionales, que justifican un plebiscito o referéndum, la democracia representativa sigue siendo el mejor o menos malo de los mecanismos de gobierno y de toma de decisión, tanto mejor mientras más involucre a la ciudadanía, mientras más participativo sea.
          Que se interiorice que las encuestas son un medio de sondear la opinión pública, de cierta utilidad, pero que no pueden ni deben definir las tomas de decisiones.
          Que se frene, desarmándolas ideológica y políticamente, las posiciones demagógicas, extremistas, fundamentalistas y fanáticas de todo signo, y la radicalización estéril o contraproducente.
          Que sea orientada y canalizada constructivamente la justa indignación con los abusos y las inequidades; y que paulatinamente vayamos enfatizando propuestas más que reclamos.
          Que las posiciones culturales y sociales de avanzada, lo menospreciado por muchos como lo "políticamente correcto", sigan luchando por ganar espacio social, político y legal, pero tratando de no generar reacciones airadas de quienes se sienten amenazados en sus posiciones y agredidos en sus creencias, lo que agudiza el conflicto social y favorece retrocesos.
          Que, sin dejar de atender los aún gravísimos problemas en salud, de pobreza y de servicios básicos, sigan logrando mayor peso y sigan implementándose paulatinamente los consensos que se han ido generando sobre la prioridad de la educación para la sociedad, la economía y la política, desde la primera infancia, y sobre la necesidad de cambiar los paradigmas y métodos para la mejora y más adecuada medición de sus resultados, con priorización de la curiosidad, la creatividad, el razonamiento, la responsabilidad y autodisciplina, la solidaridad, el trabajo en equipo así como el dominio de tecnologías y la apertura ante su constante y cada vez más rápida evolución, debiendo la educación formal respetar lo recomendado para cada edad.
          Que se incremente la apertura para aprender del otro, y enseñar al otro, en el país y en el mundo, y el desarrollo de una visión de la realidad con sus múltiples lados, grados y matices.
          Que aumente nuestra capacidad de construir puentes entre ideas, personas, grupos sociales y sociedades, y que se auto reformen paulatinamente las diversas élites que han ido perdiendo la confianza de la sociedad.
          Que sigan aumentando y mejorando su orientación e impacto las innumerables y muy diversas iniciativas de mecenazgo y filantropía desde una enorme variedad de personas y entidades.
          Que aumente la conciencia de lo positiva que es en general la inmigración para los países receptores, de personas de todos los estratos sociales y capacidades laborales, que incrementa la riqueza cultural, aumenta la productividad y el bienestar, y que, por ello, se amplíen la actitud y los mecanismos de acogida así como el castigo social y judicial a quienes abusen de los migrantes, a la vez que se adopte medidas inteligentes y focalizadas de detección y castigo de la ínfima minoría que delinque; corresponde una regulación cauta de sus flujos, con priorización de la eliminación de sus causas en los países emisores, a la vez que con compensaciones para esos países que pierden con ella una parte de lo mejor de sus capacidades y algo de su riqueza.
          Que aumente la comprensión de los aspectos positivos del sistema político y económico mundial y del modelo en cada país, así como de las necesarias y posibles correcciones de sus defectos, y que eso se dé en personalidades de todos los estratos sociales y ocupaciones, y que el Brexit, Trump y los partidos xenófobos y autoritarios queden como símbolos de lo que hay que evitar.
Todo esto es parte de la ansiada inflexión en el proceso de lenta descomposición que amenaza con dominar la escena mundial, frente a las enormes y crecientes fuerzas ideológicas, sociales, científicas, tecnológicas, económicas y políticas que nos hacen cada vez más capaces de construir un mundo mucho mejor.
¿Y qué es lo esperable?
Que haya al menos algunos avances en varios de los ejes de lo mejor posible o al menos no se dé un punto de inflexión hacia lo negativo en muchos de estos, lo que variará según las sociedades y las políticas de cada país, así como según las políticas internacionales.
Que sigan predominando las tendencias positivas, aunque por ahora, estén entre lo esperable un aumento y oscurecimiento de los nubarrones peligrosos que van apareciendo en el horizonte, y se intensifiquen los chubascos que van mojando a cada vez más países y sociedades, hasta provocar tragedias enormes, como los derivados de dictaduras, de la Yihad y de ISIS en el Medio Oriente, el Norte de África y, en episodios aislados, pero de gran impacto, en países desarrollados; curiosamente un enorme riesgo proviene ahora de Estados Unidos, todavía la única superpotencia, por Trump, después de ocho años de políticas orientadas a la reducción de fuentes de conflictos y de conflictos, bajo Obama.
Nadie de los actuales máximos dirigentes está realmente dispuesto a desencadenar un holocausto nuclear, pero, al priorizar los intereses nacionales sobre los comunes, y los egos de sus principales dirigentes sobre los intereses de las mayorías, las grandes potencias se van deslizando por un tobogán cuya forma es un misterio, que puede ir cambiando; desde pendiente aún suave, que puede terminar en un plano pero también en una pendiente más pronunciada, de pronóstico incierto, cuando cambien las personas y grupos al mando. Jugar con fuego aumenta el riesgo de incendio, fomentar el desarrollo de las armas nucleares aumenta las probabilidades, hasta ahora mínimas, de que algún día puedan ser usadas, con efectos inevitablemente desastrosos. Es importante tener en cuenta que la retórica puede tener efectos reales.
Nuestro mundo, mucho mejor que en cualquier período anterior, está viviendo una creciente tensión entre lo que nos hace progresar y lo que amenaza con destruir al menos parte de lo avanzado, con un riesgo aún pequeño, pero en aumento, de un colapso de la civilización. No olvidemos que fue un solo disparo, el asesinato del archiduque de Austria, el que desencadenó la inesperada Primera Guerra Mundial, y que bastó un loco megalómano, Hitler, para desencadenar la Segunda, las dos terribles anomalías en el lento proceso de reducción de la violencia en el mundo.
Felizmente es también esperable que se fortalezcan y aumenten las posiciones y voces más razonables en y desde todos los campos, sean personajes políticos, científicos, académicos, maestros, escritores, personalidades de diversas esferas artísticas, empresarios, dirigentes sociales, personas vinculadas al deporte, policías retirados y ex militares, ciudadanos en general y jóvenes en el ciberespacio; y desde todos los países, con tanto mayor calidad y fuerza cuanto más democráticos son estos, asumiendo y desarrollando los valores que nos han heredado el liberalismo y el socialismo, así como las filosofías orientales y helénicas, y lo mejor de la tradición judeo-cristiana, entre otros: en particular las libertades y responsabilidades individuales, así como los derechos y obligaciones sociales, más los marcos políticos más propicios a su afirmación, las diversas formas de democracia. Y que siga fortaleciéndose la vigencia de los derechos humanos.
Podemos aspirar, ojalá no ilusamente, a que las posiciones erróneas y destructivas de Trump terminen chocando con la realidad y con lo más avanzado del establishment político y económico norteamericano, incluida una parte del republicano, de modo que se vea obligado a reconsiderarlas.
Es concebible que sigan aumentando las presiones e iniciativas también positivas desde grupos religiosos en el sentido de aplicar con mayor fuerza lo positivo de sus doctrinas, en particular las más identificadas con Jesús, como lo ejemplifica el Papa Francisco, y desde las posiciones más tolerantes del islamismo.
Hay indicios alentadores en el sentido de que la intolerancia y la insensatez de los extremos fundamentalistas está contribuyendo al fortalecimiento de posiciones de centro más equilibradas e integradoras, en resistencia y combate a sus ideas erróneas y peligrosas.

Todo esto depende también de nosotros (pasada la oportunidad de Santa Claus):
De mí, de cada quien que lee este artículo e invocaciones similares, y de todas las personas de buena voluntad, como se decía antaño:
          Apuntar a más, al amor al prójimo, pero al menos mirar al prójimo con una sonrisa en vez de con indiferencia o con desprecio, y tratar a todos con respeto.
          Es clave que cada vez más personas e instituciones tengamos las antenas orientadas a captar y a reforzar los mensajes más realistas y constructivos, y lancemos, apoyemos o asumamos las iniciativas y movimientos que contribuyan más al progreso del conjunto de nuestras sociedades.
          Y tendremos más y mejores respuestas cuanto más y mejores preguntas nos hagamos respecto de nuestros objetivos, de nuestras responsabilidades y de nuestras capacidades, sin dejar de disfrutar de lo positivo que nos va brindando la vida; eso nos facilitará generar mejores condiciones para lo que tratamos de hacer, aumentar nuestra capacidad de aprovechar oportunidades para nosotros mismos y para lo que promovemos, y esquivar riesgos evitables.
          Mientras más nos nazca espontáneamente lo positivo, en lo que hacemos y lo que dejamos de hacer, más positivamente influirá en las nuevas generaciones a nuestro cargo o cercanas a nosotros -el ejemplo es la mejor pedagogía.

Cierto, es otra manera de expresar mi orientación programática, siempre sujeta a correcciones y enriquecimiento. Felizmente el título me ha puesto una barrera infranqueable que me obliga a terminar ahora esta versión.