Nos envuelve un complejo panorama mundial
8.8.2016
Espero que, a pesar de los muchos síntomas de retroceso y
desintegración del sistema político mundial, terminen primando las fuerzas más
razonables y progresistas, tanto en lo político como en lo económico-social, y,
especialmente, en lo cultural. Siguiendo las recientes convenciones de los dos
grandes partidos norteamericanos, sentí primero un mayor temor de una victoria
de Donald Trump, candidato republicano, impresentable y de propuestas en parte
terribles, pero luego, confianza en una victoria demócrata a partir de la
unificación de sus fuerzas tras la candidata mejor preparada para el cargo.
Quién preside a la mayor potencia mundial, felizmente mal
que bien comprometida con un sistema democrático, nos atañe a todos. Considero los
valores y las propuestas de Hillary Clinton en general compartibles. Solo discrepo
con su rechazo, bajo presión de Trump y del radical Bernie Sanders, su rival en
las primarias, a través de la opinión pública, a la ratificación del TPP, el acuerdo
transpacífico de cooperación económica negociado durante un lustro. Este por
supuesto, tiene sombras además de luces, pero es globalmente más bien positivo
tanto para Estados Unidos como para los demás países y para la densificación de
los lazos internacionales, mérito del gobierno de Barack Obama. En general la
densificación del comercio no solo es favorable en lo económico -aunque con múltiples
y dolorosas excepciones-, sino que favorece el desarrollo cultural y la paz.
Confío también en que Europa logrará mantener y fortalecer
su unidad frente a las fuerzas retrógadas y disruptivas, gracias a liderazgos y
electorados sensatos de centro e izquierda. El Brexit, la para mí inesperada
salida de Gran Bretaña, es un serio traspié, pero no una estocada mortal.
Mi enfoque optimista del desarrollo de la humanidad, a pesar
de retrocesos terribles, se ve reforzado con la lectura de excelentes libros
sobre el nacimiento de Estados Unidos como nación, en revolución contra el
dominio inglés, y sobre la sanguinaria guerra de secesión en torno al problema de
la esclavitud, en que varias veces el triunfo de las fuerzas progresistas
parecía extremadamente dudoso, pero se produjo -eso sí, a un costo enorme de
vidas. También por una revisión de otros aspectos de la historia universal, en
que, a la larga, han ido ganando y aumentando fuerzas las posiciones más
progresistas en todos los niveles. Posiciones que, hasta hace décadas, eran
frágiles o impensables, se están imponiendo en cada vez más sociedades, con
limitaciones y retrocesos que confío terminarán produciendo reacciones de
avance.
Tendremos que convivir durante mucho tiempo con ataques
mortíferos de ISIS -el Estado islámico- y otras organizaciones terroristas,
principalmente islámicas, hasta que pierdan su capacidad de envenenamiento de
mentes juveniles y ganen mayor peso los mahometanos moderados.
En general debe mantenerse o lograrse el carácter laico de
los estados, de separación respecto de cualquier iglesia, de modo que sus
posiciones, en parte reaccionarias, sean tema de creencias personales y no de
imposición al conjunto de la sociedad, y que se facilite un peso creciente de
sus planteamientos positivos.
También nos tocará seguir luchando contra una derecha
política extrema fortalecida y soportar las agresiones de individuos desquiciados, sin
filiación religiosa o política.