Trump y Clinton
Alfredo Stecher
9.2.2017
Me pregunto cuántos de los que han pensado y escrito que les
repugnaba más una victoria de Hillary que una de Trump, y que no derramarían
una lágrima si esta perdiera, mantienen esa posición.
Yo no he derramado una lágrima, porque no acostumbro hacerlo
en el plano político, pero sí he pasado a tener una máxima preocupación por el
triunfo del de lejos más nocivo presidente que han tenido los EEUU en el pasado
reciente, que incluye todo el siglo XX (y los ha habido ya bastante nocivos), mientras que no reniego de mi
expectativa de que con Clinton hubieran seguido avanzando las posiciones más
progresistas en su país y en el mundo, continuando la trayectoria de Obama.
A
diferencia de algunas otras personas, considero que el creciente peso alcanzado
por políticas contra la discriminación de todo tipo, que Clinton hubiera
continuado, no serían un barniz para ocultar lo peor del establishment
económico y político, sino expresión de lo más avanzado de este, que mantiene y
amplía espacios de evolución positiva de la humanidad (a la vez que muchos de los aspectos negativos del neoliberalismo, pero facilitando su progresiva superación). Hay que agradecer a
Trump el facilitar la comprensión y aceptación de esto, al evidenciar cuánto
peor que la parte más avanzada del establishment son él mismo, quienes lo rodean y quienes están propuestos para los principales cargos ejecutivos.
No creo necesario repetir la recatafila de medidas
reaccionarias que ha adoptado, denunciadas todos los días y semanas por los
columnistas y articulistas de los diarios y revistas más serios, por políticos,
por artistas, por científicos y por estadistas, así como por decisiones
judiciales. Solo quiero remarcar que lo peor son sus repercusiones sobre la
cultura y la institucionalidad democrática en su país y muchos otros países,
así como sobre la institucionalidad internacional, y el incremento enorme del
riesgo de otra gran depresión y de guerras evitables.
Ojalá sus terribles medidas en todos los planos, después de
que quizá amainen las tendencias a imitarlo, desde las posiciones más
reaccionarias en el mundo, ayuden a que adquieran mayor fuerza y logren unirse
los partidos y movimientos más comprometidos con la democracia, los avances
sociales y lo positivo de la globalización, desde un abanico político amplio de
personas que, con diferentes ideologías, buscan lo mejor para los suyos y
nuestro mundo común.
Confío en que así será. Es tarea de todos favorecerlo y
lograrlo.