Balance: cuatro ganadores: 3 K y todo el país
Alfredo Stecher
Es realmente curioso que hayan ganado tres candidatos con la
poco frecuente letra K en sus nombres.
Keiko, por haber
tenido de lejos la más alta votación y logrado mayoría –o casi- en el Congreso
(no faltarán tránsfugas abiertos o velados para asegurarla), gracias a su
carisma y la buena organización de su otra vez novísimo partido.
PPK, por haber
pasado, aunque con angustias, a la segunda vuelta, a pesar de un pésimo diseño
de su campaña y un desempeño personal muy criticable, con insultos inaceptables
a la candidata de izquierda (más la ayudita del JNE sacando al impresentable
Acuña y al caudillo Guzmán con leguyeladas).
Verónika, por
haber levantado de la casi nada a una izquierda con planteamientos erróneos,
pero la más seria dentro de ese fragmentado espectro, gracias a su carisma y
serenidad (ayudada por la patanería de PPK, más la eliminación del inefable
Guzmán), así como haberla llevado bajo sus propias banderas a una presencia
importante en el Congreso.
Nuestro país, por haber mantenido la chance de
poder derrotar al fujimorismo en segunda vuelta, a favor de una alternativa
ahora claramente mejor, apoyada en el amplio antifujimorismo; y por haber
sepultado las carreras de García y Flores, llevado al APRA y al PPC al borde de
la insignificancia, y haber probablemente aniquilado al nacionalismo humalista (y
de paso al exabrupto llamado Urresti y la carrera política de Susana Villarán),
junto con dar algún vuelo a Acción Popular, el más decente de los partidos tradicionales.
Las dos alternativas garantizan una cierta estabilidad durante el próximo
quinquenio, pero la de Fujimori pocas mejoras reales, clientelismo al por mayor
y severos riesgos para la institucionalidad (dependiendo de cuán seria o no es
su promesa de cambio).
Lamentablemente también ha salido relativamente ganador,
increíblemente, Acuña, por la buena votación obtenida por su seudo partido,
Alianza para el Progreso, a pesar de un jefe candidato impresentable. Es
necesario analizar las razones, que incluyen la construcción de una
organización basada exclusivamente en el clientelismo. Y, a costa de la derrota
del nada amplio Frente Amplio, el ultraizquierdista Santos, confirmando su
limitada mayoría en Cajamarca, basada en la política antiminera azuzada por
ambos así como por los errores pasados y algunos presentes de Yanacocha (más perlas
reaccionarias como la declaración del presidente de la Sociedad Nacional de
Minería y Petróleo calificando a la ley de consulta como estupidez, solo
obstáculo para la inversión en minería, criticada eso sí por sus pares a nivel
internacional).
Es esperable que algunos candidatos jefes de partido, en
particular, García, negocien con Fujimori su apoyo, a cambio de garantías
personales y quizá de cargos públicos para gente suya, pero su capacidad de
trasvasar sus votos al fujimorismo es reducida (aunque puede ser suficiente
para que gane si no hay una amplia coalición de fuerzas anti fujimoristas). Yo
prefiero las posiciones propositivas, pero, en este caso, la única posibilidad
de vencer al adversario común es usar el anti, fundamental mientras no se
evidencie un cambio positivo sustancial en la conducción del fujimorismo a
través de Keiko, no por palabras sino por su comportamiento, ojalá desde la
oposición; por lo pronto está comenzando muy mal.
Mucho depende de la decisión del Frente Amplio de sumarse,
de abstenerse o de dar libertad a sus votantes (la minoría significativa que no
se la tomarán por su cuenta), que puede darle la victoria al fujimorismo. En
este momento histórico es fundamental una política realmente amplia, con
concesiones mutuas, de todos los que se oponen de verdad al fujimorismo.
¿Tendrán Verónika y sus cercanos la madurez suficiente para
no facilitar el triunfo de Keiko? Sería muy triste y dañino para nuestro futuro
como país y para su futuro político si no. ¿Entenderán que Fujimori, con
mayoría en el Congreso, nos puede hacer mucho daño? ¿Que, a pesar de sus muchos
defectos, PPK garantiza un gobierno del mayor éxito económico posible en las
actuales circunstancias, indispensable para un más significativo crecimiento de
los ingresos, la continuación de la reducción de la desigualdad, y una mayor
redistribución (en parte por más educación y salud públicas, ojalá de mejor
calidad), sin intentos, como en caso de victoria de Fujimori, de desfigurar
nuestra endeble democracia con una mayor manipulación y deterioro de las
instituciones, y corrupción aún más generalizada.
Llamar a la unidad contra Fujimori es no traicionar a sus propios
electores.
Aunque ahora no parece en absoluto, no niego la posibilidad
de que Keiko pueda evolucionar tanto que le sea posible cumplir con su reciente
solemne promesa y ser menos perjudicial, pero, mientras no lo demuestre desde
la conducción de su partido y de su mayoría parlamentaria, PPK es claramente la
mejor opción o el mal menor, según la perspectiva de cada quien en el amplio
espectro muy crítico del fujimorismo o que lo abomina.