Ideas generales sobre alimentación sana
Parte II, b
Lo que considero certezas (continuación)
22. Los
alimentos naturales, en particular los crudos o solo con el mínimo tiempo de
procesamiento térmico necesario para hacerlos digeribles (o para eliminar patógenos),
conservan sus demás sustancias vitales o la mayor parte de éstas-, por lo que
son preferibles.
23. Diversos
alimentos son solo comestibles después de cocción u otro tratamiento térmico, y
hay sustancias que son asimiladas mejor o tienen su efecto más positivo, o
diferente, recién cuando han sido cocidas, como el licopeno de los tomates, o
lo que hace que la manzana cocida, a diferencia de la cruda, sea buena contra
el estreñimiento.
24. La mala
alimentación se manifiesta con mucha frecuencia en malestares digestivos y en
dolores de cabeza mucho antes de aparecer una enfermedad propiamente dicha, y
es una de las causas principales del aumento de la frecuencia o del
agravamiento de numerosas enfermedades, especialmente, además de tipos de
anemia, el síndrome metabólico (altos valores de grasa y azúcar en la sangre y
presión alta, frecuentemente asociados con sobrepeso), que aumenta el riesgo de
enfermedades cardiovasculares y de diabetes mellitus (muy frecuente, con
efectos graves que pueden ser mortales).
25. Además la
mala alimentación aumenta el riesgo y la gravedad de cáncer, enfermedades degenerativas,
óseas, autoinmunes, varias del sistema digestivo, muchas cutáneas, infecciones
del sistema respiratorio, caries, así como depresión; y limita la capacidad de
la persona para afrontarlos (en el caso del cáncer constantemente eliminamos
células precancerosas o cancerosas producidas principalmente por mutaciones,
también por factores externos, y la mala alimentación debilita esa actividad
inmunológica).
26. Por lo general
son erróneos los consejos dietéticos que se centran en la cantidad de calorías proporcionadas
por los carbohidratos y grasas, y que obligan a contarlas; y están condenadas
al fracaso las dietas que no parten de aumentar la proporción de sustancias vitales
a través de alimentos naturales, junto con ejercicios y caminatas, tampoco las
que no logran gustar al paciente a la larga, porque las recaídas son difíciles
de evitar.
27. La
obesidad se debe principalmente a la desnaturalización de los alimentos, la comida
chatarra, y la falta, por ello, de una infinidad de micronutrientes naturales necesarios
para el metabolismo, solo secundariamente a comer demasiado; también se ve
favorecida por y favorece el insomnio, la depresión y el estrés.
28. El mayor
consumo es además estimulado por esas carencias nutricionales cualitativas, ya
que el cuerpo, anulando la sensación de saciedad, trata de compensar la falta
de nutrientes indispensables con el aumento de la ingesta general, acumulando
tanto las grasas como los carbohidratos innecesarios o de mala calidad como
grasa nociva, en todo el cuerpo, incluso en la piel.
29. Lo mismo
vale para la gordura excesiva, que puede ser la antesala de la obesidad, y como
estado permanente no es favorable a la buena salud.
30. La
obesidad, antes de dar lugar a enfermedades, no es un problema de estética –al
menos no para los que admiran las obras de Botero- sino un problema práctico
real, sino porque dificulta la vida diaria, la movilidad, el uso de medios de
transporte y de diversos aparatos, encarece la ropa, aumenta el gasto en
comida, afecta la capacidad de reacción frente a accidentes y desastres, y es
por lo tanto un lastre terrible para quienes la sufren, aun antes sus efectos
sobre la salud.
31. También un
peso bajo o normal, con alimentación desequilibrada, solo aparentemente
suficiente, por desconocimiento y decisiones erróneas, en especial en el caso
de vegetarianos y aún más de veganos mal orientados, es antesala de
enfermedades; con cierta frecuencia, por ingesta reducida pero de comida mala, incluso
acumulan un exceso de grasas malas, no muy visibles, con serias consecuencias
para la salud.
32. En el caso
de personas pobres, además de enfermedades y parásitos, una relación peso-talla
e índice de masa corporal reducidos, se debe, en el campo, principalmente a
insuficiencia de hidratos de carbono, en la ciudad, a una insuficiencia general
de alimentos y, en ambos casos, a la priorización de harinas refinadas sobre,
por ejemplo, papas, camotes y yucas.
33. En la
infancia, especialmente en la primera, las carencias nutricionales llevan a
severos daños fisiológicos y neurológicos que lastran de por vida; por eso es
muy importante aplicar y difundir concepciones y actitudes correctas de
alimentación desde la educación preescolar y la primaria, tanto sutil-como
abiertamente en los textos escolares, y en los programas de alimentación
preescolar y escolar, que compense el déficit causado por la pobreza y los
malos hábitos familiares, tanto de ausencia o insuficiencia del desayuno como
de loncheras inadecuadas, y alimentación deficiente en general.
34. Cambiar,
aún más en alimentación, exige, además de apertura y sentido común, no solo algunos
conocimientos sino también algo de fuerza de voluntad, que suele verse
aumentada por episodios de enfermedades relacionadas con la alimentación,
propios o de cercanos, si son identificados como tales, lo que exige una toma
de conciencia previa, también de parte de los médicos.
35. El peso
corporal y sus cambios, en límites razonables, que pueden ser bastante amplios,
no debe ser una preocupación constante; sí lo debe ser el riesgo de incubación
y aparición de enfermedades crónicas por sobrepeso excesivo.
36. Es clave
saber y considerar que las carencias nutricionales por mala alimentación son
acumulativas y que sus consecuencias son de efecto retardado, que aparecen
cuando el cuerpo ha cruzado un umbral, de modo que, por ejemplo, personas,
especialmente niños y jóvenes, aparentemente sanas y con un peso razonable,
pueden aumentar de repente rápidamente de peso hasta volverse obesas, si no
corrigen de inmediato su alimentación (y un estilo de vida sedentario).
37. Es
importante considerar que la alimentación exclusivamente con productos
refinados, desnaturalizados, desprovistos de la infinidad de sustancias vitales
que tienen los naturales, y, peor aún, con aditivos químicos (salvo
excepciones) es aún mucho más dañina, causa de mucho más enfermedades, que la también
dañina contaminación habitual por agroquímicos, aún en dosis bajas, y la ambiental,
y además disminuye la capacidad de reducir los efectos de éstas o de eliminarlos.
38. Esto lo
prueba el hecho de que las enfermedades civilizatorias por alimentación
desnaturalizada han surgido o aumentado antes de la aplicación sistemática de
agroquímicos tóxicos y a partir del aumento de la proporción de alimentos
envasados por la Segunda Guerra Mundial (en Estados Unidos inmediatamente
después).
39. Por ello,
alimentarse con una alta proporción de productos más naturales e integrales,
mejor si diversa en el tiempo, es aún más importante que la alimentación con
orgánicos –que por supuesto es muy significativa.
40. No se
trata de cambiar todo de golpe, lo que suele no durar y es por lo tanto
frustrante, sino de ir cambiando nuestra alimentación individual, familiar y
colectiva paulatinamente, a través de los meses y años, con sucesivas mejoras
compatibles con la personalidad, los gustos y los metabolismos, así como con
las condiciones reales, tanto materiales como sociales y culturales, a la vez
que contribuyen a modificar éstas para mejor.
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