Alimentación rica y sana
Consideraciones y consejos
Parte 1, Presentación
Alfredo StecherÍNDICE
Parte 1
Presentación
Parte 2
I.
Aspectos
generales
II.
Dieta
adecuada
Parte 3
III.
Cambio
de dieta
IV.
El
peso
Parte 4
V.
Preparación
VI.
Alimentos
integrales
Parte 5
VII.
Las
proteínas
VIII.
Las
grasas
Parte 6
IX.
Vitaminas,
minerales básicos, oligoelementos y suplementos
X.
La
anemia y el hierro
XI.
Las
carnes y huevos
Parte 7
XII.
La
leche
XIII.
Frutas
y verduras
Parte 8
XIV.
Otros
positivos y los complementos tolerables
XV.
Los
mayores enemigos
Parte 9
XVI.
Alergias
e intolerancias
XVII.
Alimentos
contaminados
Parte 10
Lactantes, niños y
adolescentes
Reflexiones finales
Parte 1
Reconozco que este documento, en diez partes, parece un exceso
cuantitativo, hasta apabullante, pero siento que es útil –comenzando para mí
mismo- tener un marco amplio y sistemático de lo que podemos dar por cierto
para una alimentación más sana. Espero que ayude a distinguir en los medios las
advertencias y recomendaciones serias de las equivocadas, sesgadas por enfoques
unilaterales, conocimientos parciales, intereses comerciales, o simplemente
irresponsables.
Claro que supone algo de interés personal, una dosis de sentido común y
un mínimo de voluntad para mejorar la propia alimentación y la de las personas
que dependen de uno, en la familia o en ámbitos mayores; y también una paciente
reeducación de los gustos y una paulatina modificación de hábitos.
Me permito esta mini avalancha estática como pequeño pero sólido dique
frente a la infinita avalancha dinámica diaria de la propaganda –en particular
la dirigida a la infancia-, de publirreportajes tendenciosos y de mensajes
erróneos, incluidos muchos bienintencionados, pero también unilaterales o sesgados.
La considero una mini enciclopedia de los aspectos más útiles, incluidos los que
más dudas nos causan. No ser alfabética se compensa con los buscadores de
palabras.
Al final incluyo puntos específicos para la alimentación de bebes,
niños y adolescentes.
Me dará mucha satisfacción enterarme de que este documento ha sido
usado como guía personal-familiar, para programas de alimentos o para cursillos
y charlas de orientación.
Soy economista y consultor empresarial, no médico ni nutricionista,
pero lo que presento es expresión de varios lustros de preocupación por mi
propia salud, la de mis cercanos y la de nuestras sociedades.
He contrastado cada afirmación con fuentes pertinentes. Lo corregiré
tantas veces como tome conciencia de algún error o ausencia importantes. La
ciencia seria sigue avanzando –aunque con exasperante lentitud frente a la
urgencia del tema.
Hago eco del lema de la Asociación Peruana de Gastronomía, APEGA, “Come rico, come sano”.
No es fácil, pero
tampoco muy difícil
Mucho de lo que planteo no es novedad para quienes están
dispuestos a leer un documento así, pero quizá sí lo sean algunos o varios de
sus puntos, y el tener a todos reunidos.
Tampoco responde a todas nuestras preguntas en la vida
diaria, pero sí a muchas, y puede servir de marco general y criterio de
evaluación para la información que constantemente nos llega. No da respuesta a
todo, pero ayuda a encontrar respuestas adecuadas a nuestras preocupaciones.
Seguir todos los consejos es muy difícil, aunque no
imposible. Felizmente seguir varios ya tiene efectos muy positivos, y cuantos
más se siga como orientación básica, menos daño causan numerosas y hasta
sistemáticas excepciones, que pueden no tener consecuencias mayores gracias a
la gran capacidad de adaptación de nuestros cuerpos.
Eso, siempre que se confirme la regla fundamental de ingerir
una variedad básica y cantidad significativa de alimentos sanos y de limitar la
ingesta de los menos sanos y, lo más posible, de los dañinos. Por eso mismo, si
algún punto del documento resultare incorrecto o solo parcialmente correcto -en
general o para una persona en particular-, seguirlo no causará mayor daño si
asumimos muchos otros correctos.
La alimentación sana, como todo en la vida humana, requiere
de un enfoque holístico e integral, así como de conocimientos, de buenas
fuentes, multidisciplinarias, que solo se puede asimilar progresivamente,
aplicando también el sentido común, que nos orienten a un consumo equilibrado
–todo exceso es dañino; también es perniciosa la obsesión por una comida sana,
el asumirla rígidamente, que anula parte de sus beneficios.
Y es incompatible con el facilismo. Todo lo que queremos
tener de alguna calidad exige un cierto esfuerzo, razonable, y dedicarle algo
de tiempo y quizá de dinero, que para muchas personas son recursos escasos, en
este caso, bien invertidos.
Es importante que la forma de presentación de los alimentos
estimule o al menos no inhiba el apetito.
Excepciones
ocasionales
Darse un gustito ocasional con una comida o bebida menos
sana puede ser incluso beneficioso para la salud, por su efecto sicológico, ya
que puede facilitar la determinación necesaria para seguir avanzando en lo más
positivo. Y salir de apuros de vez en cuando con comida rápida y snacks no es
problema, si no se convierte en la regla.
Seguir siquiera unos cuantos consejos bien, ya es garantía
de una mejor salud, seguir la mayoría, es garantía de una buena salud, no de
ausencia total de enfermedades, pero sí de menor frecuencia de estas y mayor
capacidad de superarlas o resistirlas. Además, mientras más uno mejora su
alimentación (especialmente si se aplica desde la infancia), menos frecuentes y
duros van a ser los achaques relacionados con la edad.
Una mala alimentación sí es garantía de muy alta
probabilidad de enfermedades más frecuentes y más graves.
Claro que hay también enfermedades no derivadas de la
alimentación ni condicionadas por ésta, muchas veces determinadas por el
entorno físico o la herencia genética; pero también frente a éstas la nutrición
adecuada mejora las posibilidades de afrontarlas y eventualmente vencerlas. Y
ni la mejor alimentación puede compensar por completo el daño que causa una
vida sedentaria, de insuficiente gasto de energía y falta de ejercicio muscular
y de las articulaciones. El sedentarismo puede ser incluso más dañino que una
mala alimentación.
Lo mismo vale para la pereza mental en lo que se refiere al
cerebro.
Proceso paulatino
Para muchas personas estos consejos solo confirmarán o
ampliarán lo que ya saben y están aplicando.
Para quienes es más novedoso, al igual que en otras esferas
de la vida individual y social, se trata de priorizar el refuerzo de lo
positivo, que poco a poco nos facilitará enfrentar lo negativo de nuestros
hábitos, y de avanzar aplicando el principio de mejora continua, de pequeños
cambios positivos que se van sumando hasta constituir o permitir un cambio
mayor.
Recomiendo marcar los puntos más significativos, en
particular los que contradicen las convicciones previas. Para cada persona son
más relevantes unos puntos que otros, por convicción, por características
personales (como pertenencia étnica, edad, sexo, personalidad y hábitos) o de
entorno, o por facilidad y recursos disponibles, por lo que recomiendo quizá
copiarlos en página aparte.
Conviene asumir o reforzar primero los más fáciles de
asumir, y progresivamente otros. En la medida en que uno mejora su
alimentación, cada mejora adicional, a diferencia de lo que sucede en muchos
otros procesos, resulta más fácil que las anteriores. Y es casi seguro que más
temprano que tarde sintamos no solo resultados positivos sino que nos comience
a gustar lo que inicialmente no nos atraía.
De todos modos el cambio a una alimentación más sana tiene
que ser paulatino, especialmente para personas que más se han alejado de ella,
para habituar al cuerpo y sus procesos metabólicos a las nuevas ingestas y
lograr disfrutar de la comida diferente. Puede haber inicialmente algún pequeño
malestar transitorio, pero pronto la persona se siente mejor.
Una recomendación útil es realizar el cambio mezclando
inicialmente lo nuevo con lo habitual, por ejemplo, un insumo integral con el
refinado, para ir acostumbrando tanto al paladar como al sistema digestivo, así
como a las personas encargadas de la preparación del alimento. Y la mezcla puede
ser incluso una solución aceptable por mucho tiempo, como la combinación de
pastas no integrales con verduras y con aceite de oliva, en la dieta
mediterránea, o de arroz blanco con verduras al vapor o salteadas, en la china,
en general más beneficiosas que la occidental habitual (aunque con serios
defectos que no las hacen recomendables como orientación básica). También son
positivas la combinación de arroz blanco con frejoles -como el gallo pinto
centroamericano, incluso para el desayuno- y muchas variantes, aún más si son acompañadas de cebolla
(preferentemente roja).
Autorizo la reproducción parcial o total de este documento, con indicación de fuente y autor, para fines no comerciales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario