15.9.14

Nueva ley universitaria

La nueva ley universitaria, aprobada por el Congreso peruano, es un tema complicado.
Aunque he dejado la docencia universitaria –en economía política- hace décadas y son lejanos los tiempos de mi condición de alto dirigente estudiantil, esas experiencias obviamente influyen en mi posición, de la cual transmito algunas pinceladas.
La ley me recuerda la reforma de Córdoba de 1918, punto de origen de un amplio movimiento de democratización de la vida académica en las universidades latinoamericanas, que nos siguió inspirando en la década del 60. Habíamos logrado en el Perú en1960, bajo el segundo gobierno democrático de Manuel Prado, la varias veces suprimida autonomía universitaria, el cogobierno en la modalidad de tercio estudiantil, el compromiso de investigación y extensión universitaria, el ingreso de profesores por concurso y su ratificación periódica, el reconocimiento de los centros y federaciones estudiantiles, y un alto grado de libertad de cátedra, dentro de parámetros dados por sílabus compartidos. Entendíamos que no era aplicable la demanda de ingreso irrestricto de quien quisiera estudiar en una universidad.
En tanto dirigente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Nacional Agraria -La Molina, fui quizá el principal responsable de una lucha por mantener un artículo del estatuto cuya modificación rebajaba a mayoría absoluta el requisito de dos tercios de la votación de un consejo para ratificar a un profesor. Después de semanas, una huelga general, indefinida y total, con respaldo de todas las fuerzas políticas –los mayoritarios populistas y socialcristianos, el todavía unido Movimiento de Unidad Estudiantil, de izquierda, y un pequeño grupo de apristas –, y aprobación por voto secreto universal casi unánime del conjunto del estudiantado para su declaración y su mantención, nos llevó al receso de un semestre, pero también posteriormente a la aprobación de un avanzado sistema de evaluación docente con participación estudiantil.
En retrospectiva me parece que las autoridades tenían razón en ese cambio, que daba al tercio estudiantil casi un poder de veto, bastando que actuara unido y que al menos un profesor coincidiera con su posición. Mi perspectiva era la de una dirigencia estudiantil, si bien de izquierda radical, interesada en la calidad de la Universidad y respetuosa de la libertad de cátedra, independientemente de la orientación ideológica o política del profesor; pero lo cierto es que gran parte del movimiento estudiantil nacional fue ganado por posiciones políticas sectarias, tanto de izquierda como apristas, muchas veces coludidas con catedráticos de su posición para aprovechamiento político o incluso personal. En su momento, aunque las respetábamos, no supimos valorar la calidad de la dirección de nuestra universidad, que la había convertido de buena, pero limitada, Escuela Nacional de Agricultura en una de las dos mejores universidades agrarias de Latinoamérica.
Volviendo a la nueva ley, paradójicamente se anuncia una política nacional de educación superior, que debería haber sido previa. También una nueva ley para institutos tecnológicos, seguramente necesaria, considerando que estarían sobrerregulados, aunque sospecho que más bien mal regulados.
Es cierto que nuestro sistema de universidades, tanto públicas como privadas, con meritorias excepciones, es en gran parte muy malo –y también lo es el de los institutos. Es para muchos la mejor manera de hacer dinero rápido, al menor riesgo, o de asegurarse una sinecura. Hace tiempo era urgente abordarlo. En ese sentido hay que felicitar al congresista Mora y al ministro Saavedra por su elaboración, y a la mayoría del Congreso por su aprobación, a partir de la noción de la educación como servicio público esencial, a cargo tanto del Estado como de privados, pero adecuadamente regulado.
Gran parte de la resistencia se debe a intereses económicos, tanto de propietarios como de una parte del profesorado, que incluye argollas, además de intereses políticos partidarios, en parte secundados por sectores estudiantiles. Pero también hay objeciones serias a diversos aspectos. Tengo la leve esperanza –ojalá que León Trahtemberg no tenga razón en su pesimismo, siempre bien fundado- de que se logre algunos avances, especialmente si se aplica bien la idea de universidades piloto.
Ninguna ley por sí sola puede cambiar la universidad para bien, pero, si no es asfixiante, puede promoverlo o al menos facilitarlo.
Es importante que, junto con reglas comunes claras y estándares básicos para todos, sea respetada la autonomía universitaria, de modo que se busque no imponer resultados –lo que es a la larga contraproducente-, sino poner frenos a las malas personas y políticas, y estimular las positivas, sabiendo que la mejora del sistema universitario es forzosamente un proceso largo.
La Asamblea Nacional de Rectores efectivamente no ha estado a la altura de sus tareas, por decirlo suavemente. Al calificar el presidente de la ANR a la ley como chavista, pro senderista y engendro monstruoso, se está descalificando a sí mismo y a la institución que representa.
Aunque no tan patético, el rechazo a la ley de una parte de la directiva de la FEP no se caracteriza por mucha argumentación.
Pero no deja de preocupar que la necesaria nueva Superintendencia Nacional de Educación (SUNEDU), no tenga un status autónomo semejante al del BCR, y que el representante del Minedu lo presida y sea ejecutivo. Aún en el supuesto de que los demás miembros sean idóneos y tengan estabilidad, para lo que no hay ninguna garantía, lo esperable es que el que preside y esté a cargo de su ejecución sea en la práctica el que mande, por su modo de acción respecto de lo acordado o por omisión. Ojalá la designación, por concurso, de cinco de sus integrantes, a cargo de un Consejo Nacional de Educación, resulte seria, y que la podamos usar como ejemplo de sistema de selección para todos los cargos ejecutivos importantes de todos los sectores. No basta que sean personas de muchos méritos, tienen que tener una visión moderna de la universidad y experiencia de gestión universitaria que les facilite ser realistas.
Probablemente lo más importante será la obligación de mayor transparencia, con publicación de la normatividad, de los sueldos y estados financieros, así como de las actas de los organismos de gobierno, y un mejor control, de parte de la Contraloría, ojalá autónoma y fortalecida, a todo gasto de dineros públicos de cualquier fuente –en esto, mejor significa serio y bien orientado, no castrador.
En la situación actual de nuestro sistema universitario y de nuestro Estado la mejor solución práctica parece ser una acreditación internacional de universidades y facultades, a pesar de sus defectos, complementaria de la acreditación nacional – solo voluntaria- que está sujeta a mayor discrecionalidad, y que por supuesto tiene que ser reorganizada.
Me parece una ilusión pensar que cualquier maestría y cualquier doctorado significan una mayor calidad docente o capacidad de dirección, e inadecuado que se excluya de la enseñanza de pregrado a muchos profesionales capaces que no creyeron importante o no pudieron acceder a una maestría –que a muchos otros les ha venido casi de regalo –claro que pagado. La Ley permite ser profesores extraordinarios a profesionales destacados en su profesión, con al menos 15 años de experiencia, algo positivo, pero solo aplicable a una minoría. A todos les hace bien llevar al menos un curso de pedagogía.
La elección de las autoridades por voto universal de docentes y estudiantes suena muy democrática, pero puede fácilmente resultar peor que un sistema basado en representantes de estamentos y facultades. Me imagino que está pensada para facilitar el desalojo de autoridades enquistadas en sus cargos, para lo cual podría haber sido una medida transitoria, porque, como dice Luis Bustamante, una ley es para el largo plazo. También es discutible, a la larga, el peso de la representación estudiantil en el cogobierno, que, como principio, sí debe ser mantenido.
La exigencia de que los dirigentes universitarios sean del tercio superior es aparentemente positiva, pero se presta a manipulación de las calificaciones para eliminar a candidatos incómodos para algunos profesores.
Es positivo que nos midamos por estándares internacionales, bien escogidos. Es adecuado exigir un conocimiento (que debería ser más que básico) del inglés o de otro idioma extranjero, y aprecio que se valore nuestros idiomas indígenas.
Ojalá un positivo vicerrectorado de investigación sea acompañado de recursos para potenciarlo.
Dado el deterioro de la calidad de la enseñanza es razonable la eliminación del bachillerato automático.
Debiera darse el impulso y apoyo mayor posible a intercambios universitarios, de nuestros estudiantes al exterior y de estudiantes extranjeros al Perú, así como de docentes e investigadores, como factor de enriquecimiento recíproco.
Parece que, salvo en el caso de las peores universidades, es razonable pensar en el cierre de carreras antes que de toda la universidad, y que se plantee mecanismos de traspaso de estudiantes, que tendrán que ser muy bien pensados. Y dado el abuso de esa figura, parecerazonable acabar con la proliferación de filiales o anexos.
Considero desafortunado impedir a los estudiantes cambiarse de universidad, por el motivo que fuere –económico, cambio de residencia, cambio de valoración, cambio de carrera.
Parece poco realista la adecuación de infraestructura en un año.
Coincidiendo con lo señalado por Gonzalo Portocarrero, por cierto los problemas de la Universidad comienzan desde la primera infancia, en el hogar y por ausencia o mala orientación de las instituciones para parvularios, y en un sistema escolar en que la mayoría de los niños, niñas y jóvenes ven poco estimuladas o incluso ahogadas su curiosidad, su interés por la lectura, su capacidad de razonamiento y abstracción, y su creatividad; todo ello en el marco de un sistema económico y social que estimula el consumismo, el facilismo y el rentismo a costa del Estado –aunque con algunas tendencias contrarias, más bien desde segmentos intelectuales y del sector privado de pequeña escala. Todo esto se expresa en la dificultad de la mayoría de estudiantes en hacer tesis (serias) para obtener su título profesional.
De todos modos dependerá de miles de acciones individuales y colectivas de las personas más capaces de cada universidad, docentes, estudiantes, graduados y empleados, que la ley pueda ayudar a una real mejora de nuestro sistema universitario.


8.9.14

Vistazo al Perú, julio 2014 (7)

Más luces

Que en nuestro Estado hay también personas valiosas y con alguna experiencia, en varias altas responsabilidades, y segmentos que funcionan en general con mucha eficiencia, lo nota, por ejemplo, cualquier viajero internacional con la Policía de Inmigraciones, por la facilidad –y rapidez- para obtener o renovar pasaporte y para realizar los trámites migratorios en el aeropuerto.
Hasta la temible SUNAT viene mejorando algunos procedimientos de fiscalización tributaria y de aduanas –haciéndolos menos hostiles.
También es parte, aunque marginal, de nuestro Estado una entidad como Agrobanco, que, en dos años de acertada gestión de Hugo Wiener, ha logrado eficiencia y reconocimiento. Lo han cesado repentina- e inexplicablemente, quién sabe por qué presiones económicas o políticas.
Cabe subrayar la vigencia plena de la libertad de expresión y de organización, mal aprovechadas.
Aunque la mayor parte de la opinión pública está más bien a merced de órganos de prensa y televisión claramente no enfocados en elevar el estándar político –y ético, es positiva, también en algunos de esos órganos, la cantidad de analistas políticos sensatos y atinados, que nos ayudan a orientarnos. Me resultan especialmente refrescantes Richard Webb y Rolando Arellano, por una mirada profunda, diferente a la de la mayoría de los analistas que estimo. Ante la excesiva concentración de la prensa escrita en un conglomerado periodístico –independientemente de la posición que tenga-, sería fundamental, además de posibles medidas desde el Estado, la creación de al menos un diario alternativo serio, de información imparcial y pedagogía política. Su ausencia la suplen en parte los muchos órganos digitales, de orientaciones y temáticas variadas, también en provincias, no solo en grandes ciudades sino también en muchas de pequeña escala, algo notable. Y, en cierto sentido, el control social de infinidad de personas en todo el país, crecientemente también en zonas rurales, con cámaras, información e interconexión.
No necesito recordarle a nadie lo que está significando la gastronomía, con Gastón Acurio y muchos otros, para nuestra alicaída autoestima y para la marca Perú en los mercados internacionales, su contribución a ampliar nuestras miras respecto de la conservación de la biodiversidad y la mejora de la nutrición, y lo mucho que aporta a generar oportunidades en todos los sectores relacionados, en especial para el segmento de agricultura orgánica.
Esto es posible también gracias al esfuerzo de ONGs promotoras de la agroecología, agrupadas, desde hace un cuarto de siglo, junto con personas individuales, en la Red de Agricultura Ecológica del Perú, RAE. Y gracias al tesón de los productores agrupados en la Asociación Nacional de Productores Ecológicos, ANPE.
La feria anual Mistura, organizada por la Sociedad Peruana de Gastronomía, APEGA, probablemente la mayor de Latinoamérica en su género –que prepara su sétima edición- es una gran iniciativa. Incluye un encuentro gastronómico internacional. Permite la interrelación de chefs y cocineros de grandes y pequeños restaurantes de todo el país, con productores agrícolas, principalmente agroecológicos, y con cientos de miles de consumidores, y es un gran acontecimiento de ampliación de horizontes, de aprendizaje en negocios gastronómicos, y en nutrición, de poderoso estímulo a la innovación, de inducción del turismo gastronómico, y de recreación, también con espectáculos.
Tiene su correlato en el lento crecimiento de las ferias ecológicas locales -en contra muchas veces de miopías municipales y cambios en sus funcionarios.
Como otros tipos de actividad, menciono el festival anual del cajón peruano, con más de mil cajoneadores en la Plaza de Armas, el festival de cine internacional, del Centro Cultural de la PUCP, una vida teatral intensa, etc.
Todo esto es ejemplo además de continuidad desde el sector privado que se extraña en los proyectos del Estado.
Y, aunque es responsabilidad de una empresa alemana, LAP, pero con personal peruano, destaco el en general buen funcionamiento del aeropuerto Jorge Chávez, considerado el mejor de Sudamérica ya por cinco años consecutivos.
Finalmente incluyo los catorce leones obtenidos por nuestros publicistas en su evento internacional en Cannes, lo que nos coloca en el ránking de los diez países más premiados del mundo. Esto contribuye a la afirmación de la marca Perú en todos los campos y es un estímulo para elevar también los estándares éticos de la poderosa publicidad.
Subrayo que no se trata de un análisis exhaustivo sino de ejemplos de lo que percibo como tendencias positivas, aún débiles, pero ya no marginales, y fortaleciéndose.
Como dice Gastón, sigamos dando batalla por nuestro Perú, soñando en grande, y, como él, con los pies en tierra.



1.9.14

Vistazo al Perú, julio 2014 (6)

El Estado, sus sombras y sus luces (b)


La crisis de la regionalización, mal concebida y mal ejecutada, ha pasado a un primer plano de la opinión pública gracias a la -lamentablemente excepcional- intervención combinada de la Procuraduría, algunas fiscalías valientes, algunos grupos policiales especializados (aún) no infiltrados y una unidad de la Contraloría- hasta con encarcelamiento de presidentes regionales. Esto ha evidenciado la punta de un enorme iceberg de ineficiencia, corrupción y clientelismo estimulado por el Estado central tanto por omisión como por la transferencia, hace lustros, sin control adecuado, de atribuciones y recursos que exceden en general las capacidades incluso de autoridades bien intencionadas y serias, en el contexto de debilidad de élites regionales así como de escasa presencia organizada de partidos nacionales. Esto vale también para muchas municipalidades.
Pero, aunque parecen predominar las autoridades regionales y municipales muy negativas, algunas destacan por honestidad e iniciativas positivas, como deduzco, por ejemplo, de la experiencia de la ONG Centro Ideas, de la que he vuelto a ser directivo y de noticias en la prensa.
Para ello parece ser un buen termómetro, y a la vez estímulo, el premio anual para buenas prácticas en gestión pública, desde el Estado o desde entidades privadas, ya en su décima edición. Es otorgado por la alianza entre la ONG Ciudadanos al día, la Defensoría del Pueblo, la Universidad del Pacífico y el diario El Comercio, en un amplio abanico de temas de gestión, tanto estatal como privada. Es interesante que al parecer premien a todos los que superan determinado puntaje, a tal punto que el de Servicio al ciudadano en entidades públicas haya sido otorgado a 32 entidades, y el de Inclusión social y el de Sistemas de gestión interna a 24, versus uno solo en Servicio de atención al ciudadano en empresas privadas que administran bienes públicos y en Predictibilidad de los procesos regulatorios, y solo 3 en Eficiencia de adquisiciones y contrataciones así como en Seguridad vial y transporte sostenible. Esto indica claramente donde cojean más tanto nuestro sistema público como las empresas privadas.
Los demás premios han ido a Consulta y participación ciudadana (12), Cooperación Público – Privada (10), Educación (18), Fiscalización y cumplimiento de la ley (7), Gestión ambiental efectiva (12), Incidencia pública (9), Inclusión social (24), Nutrición materno-infantil (6), Promoción de la cultura e identidad (13), Promoción del desarrollo económico (11), Relación con la prensa (6), Seguridad ciudadana (10), Servicio de atención al ciudadano (32), Simplificación de trámites (14), Sistemas de gestión interna (24) y Transparencia y acceso a la información (18).
Entre sus ganadores figuran principalmente municipalidades, entidades y programas de promoción del Gobierno central, y superintendencias, y algunas entidades de salud, empresas mineras, bancos, otras empresas, ONGs, consulados, cortes superiores de justicia, un gobierno regional y un proyecto arqueológico.
Ciudadanos al día (CAD), a quienes no conozco, que se define como auditora social, produce además un ránking de la calidad del servicio público, comparte experiencias en entidades públicas, impulsa a periodistas como agentes de cambio social, informa y contribuye a espacios de discusión y generación de consensos.
Al margen de cuán acertada sea su decisión y cuán efectiva su acción en cada caso, expresan preocupaciones correctas, ausentes de la escena pública hace no mucho tiempo. Y también la lenta mejora de actitudes empresariales hacia el desarrollo y la responsabilidad social.
La PCM (Presidencia del Consejo de Ministros) y el programa Sierra Exportadora han designado como ganadores de su segundo premio anual Alcalde Productivo, en cinco temas, a los alcaldes de las municipalidades más exitosas con relación al desarrollo local: en inversión y comercio, Concepción – Junín; Alianzas público-privadas, Ocobamba – Cusco; Políticas de desarrollo productivo, La Matanza – Piura; Clúster, Villa Rica – Pasco; Buenas prácticas - Ite – Tacna. El premio incluye una pasantía de dos semanas a Francia.